miércoles, 23 de enero de 2008

Individualmente realizada

Individualmente realizada
por Gabriela Hirmas de Chiquíe
No sé si en algún momento de tu vida te has dado cuenta de que en las cosas que has extraviado, a lo largo de estos años, se encuentra tu individualidad como mujer. Te has sumergido enteramente en tus actividades cotidianas, con tus hijos, esposo, quehaceres del hogar, etcétera. De vez en cuando tienes una sensación de vacío en tu interior, cansancio e incomprensión.

Creo que el paso del tiempo se está percibiendo en forma vertiginosa. Cada vez que nos detenemos a mirar a nuestro alrededor, vemos que hemos perdido algo. Como mujeres del siglo XXI enfrentamos muchos retos, más aun como mujeres cristianas. No sé si en algún momento de tu vida te has dado cuenta de que en las cosas que has extraviado, a lo largo de estos años, se encuentra tu individualidad como mujer. Te has sumergido enteramente en tus actividades cotidianas, con tus hijos, esposo, quehaceres del hogar, etcétera. De vez en cuando tienes una sensación de vacío en tu interior, cansancio e incomprensión.

Es como si al entrar a la rutina diaria, entre preparar el desayuno, ver el almuerzo, alistar a los niños, ayudar a tu esposo. Has dejado pasar los años y con ellos tus ilusiones. Entonces frenas en seco y te detienes frente al espejo, sin saber si la mujer que está al frente es la que deseas ser.

Como mujer cristiana y esposa de un pastor, he tenido ese sentimiento de falta de individualidad, ya que mis actividades han quedado a veces restringidas a lo que se tiene que hacer y no a lo que deseo hacer. Un ejemplo de esto es que la esposa de un pastor o de un líder, puede ser muy conocida, pero no por su nombre o por sus habilidades, sino por que se la conoce por ser la esposa de x pastor; es así como la característica personal de cada una se va perdiendo.

No olvidemos que otra de las dificultades que atravesamos como esposas de un líder en la iglesia, es que todas las mujeres de la congregación están seguras de que «él», seguramente es el marido «perfecto». Con esto no dudo de la bondad de los siervos de Dios como esposos, pero, como todos los seres humanos, ellos también tienen sus defectos y virtudes.

Al establecer una familia y aceptar las diferentes responsabilidades que ello representa, nos vamos distanciando nuestros sueños e ideales. Es mucho mas fácil que la mujer renuncie a sus anhelos que el hombre, pues nosotras tenemos entre nuestros rasgos la capacidad de servir a quienes amamos.

Es muy importante el apoyo emocional y físico que podemos dar, para que nuestros esposos triunfen en las diferentes áreas de su vida. Cierto es el refrán que dice: «Detrás de un gran hombre existe una gran mujer». Me gustaría aumentar a esta frase: una mujer individualmente realizada. Al decir realizada me refiero a poder vivir en plenitud, y esa plenitud se encuentra en el desarrollo de los talentos que uno lleva en su ser. Talentos y habilidades que han podido ser expresados o talvez aún no han sido descubiertos, pero se encuentran en ti. Alcanzar la plenitud y realización en nuestro existir es posible al servir a otros utilizando las herramientas que Dios nos ha dado como mujeres únicas.

Cuando Dios nos creó como mujeres, nos dio forma, emociones, gustos y anhelos diferentes a los del hombre. No solo nos hizo diferentes, sino que nos dio a cada una rasgos y características únicas, haciendo que tengamos diferentes inquietudes y necesidades personales.

La individualidad es uno de los tesoros que puso Dios en nuestras manos. Notamos esto al ver cómo la decisión de aceptar a Jesús se toma de forma personal e individual. Talvez tú igual que yo, recibiste el llamado del Señor a su obra antes de casarte, entonces tu visión y anhelos eran muchos. Al casarte puede ser que tu llamado particular al ministerio se quedó en cierta forma escondido, por el ministerio de tu esposo. Reitero que el apoyo que puedas dar a tu pareja es muy importante, y creo firmemente que la mujer puede tener un ministerio hermoso bajo la amorosa cobertura de su esposo.

Si te estás sintiendo desanimada, sin un lugar en la iglesia, si sientes que tu trabajo no es valorado o si en algún momento de tu vida has deseado retroceder, te animo a que continúes cambiando tu pensamiento; reconoce y acepta tu individualidad, conociéndote mejor e intentando realizar tus propias metas.

Como mujeres podemos ser la ayuda necesaria a nuestro cónyuge e hijos, si tenemos algo que nos produzca una alegría y realización propia. No me refiero a las ideas de liberación femenina o a sobreponer tus deseos egoístamente. Cuando nos sentimos útiles y llenas podemos dar más, que cuando nos sentimos fracasadas y deprimidas, por todo lo que no pudimos realizar. Hubo muchos momentos así en mi vida; momentos que fueron cambiados por gozo al encontrar mi lugar en el ministerio. Este lugar es escribir y llegar a lugares y a personas que talvez nunca conoceré.

Al dejarnos envolver por la rutina y descuidar nuestra persona, llegando a olvidar nuestros gustos e intereses, podemos caer en las garras de la depresión. A veces nos identificamos de tal forma con el trabajo y realización de nuestra pareja, que al despertar vemos que no hemos logrado algo que nos identifique, una muestra que hable de nosotras, que deje grabado nuestro nombre aunque parezca insignificante; esto nos llena de amargura y de sentimientos de inferioridad.

Un hombre sabio será el que respete y ame tu individualidad. Los hijos también deben aprender a valorarte como persona, cómo ser único y diferente, que siempre estará dispuesta a atenderlos y a amarlos incondicionalmente.

Quisiera dejarte algunas sugerencias prácticas, sea cual sea el lugar que ocupas; estas son:

  1. Acéptate como individuo, creada a la imagen de Dios, con habilidades y características que hacen que te diferencies de los demás.
  2. Ten tiempo a solas contigo misma, para pensar, leer, tocar un instrumento, hacer deporte, etcétera
  3. Busca de forma creativa y económica el estar presentable, no descuides tu aspecto físico, ya que esta es un área que suele afectarnos.
  4. No olvides tu tiempo a solas e íntimo con el Señor. Gana allí la fuerza para emprender tus actividades.
  5. Si hay algo que has anhelado realizar como persona y tienes la oportunidad, busca el apoyo de tu esposo e hijos para realizarlo.
  6. Confía en que Dios tiene un plan y un propósito increíble con tu vida.
  7. Si tienes un esposo líder en el ministerio, ten la seguridad de que tú también tienes un llamado de Dios.
  8. Busca encontrar esos tesoros escondidos que cada ser humano lleva consigo y utilízalos para el bien de otros y de ti misma.

Espero que estas breves líneas despierten en ti, nuevas formas de desarrollar tu propia individualidad. Así tu aporte será mucho mas efectivo en tu vida conyugal, familiar y social. Recuerdo siempre de la analogía del café con leche, hablando de la pareja; un buen café con leche, se compone de leche pura y un café bien tinto.

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