martes, 5 de enero de 2010

Mujeres de la BIblia: Ester


"Y Mardoqueo había criado a Ester, hija de su tía, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya" (Ester 2:7).

Léase: Ester 2

Ester es la última mujer del Antiguo Testamento de la cual conocemos bastante para hacer un perfil de la misma. Encontramos en su carácter y conducta puntos dignos de elogio, pero también otros que lo son menos.

Digamos en primer lugar que, como dice el versículo, era muy hermosa. Tenía que serlo, pues el rey Asuero había ordenado que su imperio fuera reseguido y buscado para encontrar las mujeres más hermosas, y que éstas fueran traídas a Susa. Entre tanta belleza Ester fue considerada superior. Asuero se sintió cautivado por ella y la eligió para sustituir a la reina arrinconada Vasti.

Como cualidades de carácter encontramos dos que son agradables. Primero es su afecto por Mardoqueo, su padre adoptivo y segundo su decisión y valor al oponerse a Amán. Hay muchas personas que cuando emergen de la oscuridad a posiciones de autoridad y favor no se acuerdan más,o fingen no acordarse de las personas con quienes se habían frecuentado antes, incluso de sus deudos y familiares. No podemos decir esto de Ester.

Su valor es indudable. Arriesgó su vida al aparecer ante Asuero sin ser llamada: «Si perezco que perezca», resuena todavía como una demostración de su valor. Sus acciones fueron decisivas, realizadas con mucho tacto. Era una persona de carácter.

Entre los rasgos menos dignos de alabanza hay la impresión que produce su conducta de que vaciló bastante antes de decidir presentarse al rey (vease capítulo 4). Mardoqueo tuvo que usar lenguaje bastante enérgico para convencerla: «No te imagines que por estar en la casa del rey te vas a librar tú sola más que cualquier judío.» Y especialmente la conmovió otra parte del mensaje: «Quién sabe si para una ocasión como ésta has llegado a ser reina.»

Puede mencionarse también el hecho de que aceptara la proposición de Asuero de hacerla reina con evidente alegría. Vasti no había sido depuesta por una causa legítima, y aunque para discutir con Asuero sus acciones (sería ridículo pensar que podía haberle echado en cara este acto), no hay duda que el que una hija de Abraham se casara con un potentado pagano era una flagrante violación de las órdenes de Dios. En otras palabras, si su conciencia la hubiera acusado de un acto reprobable, podría haber procurado no causar tan buena impresión en el rey.

También es reprobable el que se dejara llevar por el deseo de venganza, o sea, que una vez había conseguido el decreto que permitió a los judíos matar a quinientos hombres en Susa que se oponían a ellos; entre ellos a los diez hijos de Amán (aparte del mismo Amán) no considerara que ya había bastante. Todavía le pidió al rey un día más de venganza (trescientos hombres murieron en esta nueva matanza), y que se dejara colgando de la horca a los diez hijos de Amán. Esto es reprobable.

Los planes de Amán eran para la eliminación de todo el pueblo judío, Ester incluida, si fuera posible, pero Ester no mostró clemencia. Tenemos que llegar al Nuevo Testamento para hallar figuras dulces como María, la madre de Jesús,o María de Betania. Ester también contribuyó a su manera a la redención de su pueblo. Es necesario que sea erigida la cruz en el Gólgota para que cesen todas estas matanzas y la paz y el amor se enseñoreen de los corazones.

Preguntas sugeridas para estudio y discusión:

1. ¿Cuáles son algunas de las buenas cualidades de Ester?

2. ¿Por qué la impresión que nos produce Ester no puede ser del todo favorable, a pesar de estas buenas cualidades?

3. ¿Hizo bien Ester al vengarse una vez había conseguido su propósito?

domingo, 3 de enero de 2010

Mujeres de la BIblia: Dina


"Salió Dina, la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país" (Génesis 34:1).

Lease: Génesis 34:1-31

Dina era un chica sobre la cual hay en la Biblia un largo relato. Esta historia se narra en el Cap. 34 del Génesis. Obsérvese la avalancha de catástrofes que siguieron como una cadena de una primera equivocación cometida por la chica. De un modo especial destaca la traición de sus hermanos, que mancillaron el Pacto del Señor al atacar a los habitantes de Siquem, cuando estaban sufriendo el dolor de la circuncisión. La circuncisión era el signo del Pacto. A causa de Dina fue destruida toda la ciudad, y Simeón y Leví violaron la justicia porque se llevaron las mujeres y los niños de aquella ciudad como despojos. El resultado fue tal que Jacob consideró que "los moradores de la tierra lo tendrían por abominable", y tuvo que huir de Betel. Además, ella fue culpable de que Simeón y Leví recibieran una maldición en vez de una bendición al morir Jacob.

¿De qué equivocación procede esta serie de catástrofes? De algo que llamaríamos una travesura. Había sido educada en una casa que hoy llamaríamos cristiana. Pero sentía curiosidad por ver cómo era el mundo, y quiso establecer contacto con la sociedad.

Las tiendas de su padre se hallaban cerca de Siquem. Jacob no había establecido contacto con la pequeña ciudad. Sin embargo Dina quiso ir a la ciudad y contemplar las chicas de la misma, y aun quizá asociarse con ellas. Un día cuando sus hermanos estaban con el ganado dejó la tienda de su padre y se fue a "ver a las hijas del país".

Dina sabía muy bien que se exponía a serios peligros. Habría oído la historia de que (dos veces) su bisabuela y una su abuela habían sido prácticamente raptadas por príncipes locales. Y se fue sola, ¡a esta edad! ¡No había que preocuparse! Ya encontraría manera de que todo saliera bien.

Pero no fue así. Apenas hubo entrado Dina en la ciudad, y había entablado conversación con algunos transeúntes, que el príncipe, hijo del rey Hamor, que se llamaba también Siquem, como la ciudad, la invitó a su palacio. La historia no nos cuenta si Dina consintió o se resistió a los halagos de Siquem; sólo sabemos que éste "se acostó con ella, y la deshonró".

Entonces, se nos dice, el alma de Siquem se apego a ella y se enamoró de la joven y le pidió a su padre que se la diera por mujer.

El deseo de Dina por las cosas mundanas la había llevado a Siquem y allí había perdido su virginidad; sabemos que se quedó en el palacio, y posiblemente habría persistido en servir al mundo. Pero, no fue éste el curso que siguieron las cosas.

Sabemos que una vez pasados a cuchillo los siquemitas, Simeón y Leví, saquearon la ciudad, tomaron sus riquezas y se llevaron cautivos a los niños y a las mujeres. Al parecer esto no turbó en lo más mínimo su conciencia. Ante la reconvención de su padre por su proceder contestaron: "¿Había este hombre de tratar a nuestra hermana como una ramera?" Al pasar juicio sobre el hecho no olvidemos que esta hermana era la que había dado lugar a todo lo ocurrido.

Dina no ha sido sola. También hoy hay hijas que se cansan de residir en las tiendas del Señor. Quieren ver un poco del mundo. Quieren asociarse con los demás, y hablar de modo inteligente de lo que han visto. Esto no es pedir mucho. Sólo un leve contacto con el mundo.

Aunque no es de esperar que el resultado de este deseo sean también violaciones y asesinatos, ponen en peligro la religión del hogar, y esto puede implicar la muerte moral del alma. Para el mundo nada de esto tiene sentido, naturalmente. Pero para la Iglesia de Dios ésta es una degradación seria.

Preguntas sugeridas para estudio y discusión

1. ¿Cuáles son los resultados del pecado de Dina?

2.¿Qué nos enseña esta meditación con respecto a mezclarse con el mundo?

3. ¿Se puede decir que las acciones de Simeón y de Leví son justificadas?

viernes, 1 de enero de 2010

Mujeres de la BIblia: Débora, la profetiza

“Las aldeas quedaron abandonadas en Israel... hasta que yo, Débora, me levanté, me levanté como madre de Israel.”

Léase: Jueces 4:4; 5:5

Débora es Ia Juana de Arco de la asombrosa historia de Israel. Israel cayó repetidas veces en la idolatría. En estos períodos había perdido todo sentimiento de conciencia nacional y habría renunciado a su prestigio y honor. Pero tenía también una resistencia y una elasticidad que le permitía recobrarse como ninguna otra nación. Se recobraba totalmente de lo que parecía una desintegración espiritual y política. Esta capacidad de renacer de sus cenizas era un don de Dios. Que Dios tenía destinado que Israel tenía que restaurarse, se hace evidente de modo perfecto cuando consideramos la historia de Débora y los días en que vivió.

Casi todos los llanos de Palestina habían ya sucumbido a la fuerza de los cananeos. Jabín, el rey de éstos, residía en Hazor y dominaba a Israel por medio de sus fuerzas armadas. Tenía un potente ejercito, especialmente temido por sus novecientos carros herrados. En contra de ellos los esfuerzos de la infantería eran inútiles. En consecuencia la gente de Israel que poblaba la tierra baja tenía que pagar tributo a Jabín. Vivían en condiciones de servidumbre. Sólo la gente de las regiones montañosas habían conservado su libertad, simplemente porque los carros de guerra de Jabín no se adaptaban al terreno montañoso. Los que vivían en las regiones de montañas como Efraín, poseían todavía una cierta organización, y habían resistido heroicamente.

La esposa de Lapidot, que vivía debajo de una palmera, entre Rama y Betel, en tierra de Efraín, los había inspirado a esta resistencia. Su nombre era Débora, y la llamaban «la madre de Israel». Era astuta, denodada y tenía el don de la profecía y del canto. Les recordaba a sus compatriotas en las montañas la historia de la liberación de Egipto, el paso por el Sinaí, y les profetizaba días mejores en el futuro. Como juez, administraba justicia y les daba consejos. Su reputación era sólida y les inspiraba confianza. Con la ayuda de Barac organizó un ejercito pequeño permanente entre el pueblo. Entrenó e inspiró al jefe de este ejercito, Barac, y le dio instrucciones en la forma en que debía presentar batalla a Sisara, el general del ejercito de Jabín. Su capacidad militar era evidente, y lo prueba que Barac requiriera de Débora que ella le acompañara a la batalla.

Se alistaron diez mil hombres de Neftalí y Zabulón, y los estacionó en el monte de Tabor. Débora dirigió destacamentos que se apoderaran de los pasos en las montañas. Conocía a Jabín y su altivez, y sabía que entraría en el valle del Kisón, terreno sumamente peligroso entonces para los carros herrados, por ser la estación de las lluvias.

Todo sucedió como ella había previsto. Barac estaba esperando en la ladera del Tabor. Los otros bloqueaban los pasos hacia la región del norte. Barac descendió del monte con sus hombres. Sisara se hallaba en el valle de Kisón. Dios envió una tormenta de truenos y relámpagos que desbarató completamente las filas de Jabín. Las huestes de Barac se lanzaron contra el ejercito en desorden de Jabín y los carros acabaron arrastrados o atascados en el turbulento Kisón. La derrota de Sisara fue completa. El mismo pereció en su huída en manos de una mujer, mientras descansaba agotado en una tienda.Dios llevó a cabo una gran victoria a través de una mujer. Barac contribuyó a la misma, pero las alabanzas no recayeron sobre el. Débora era poderosa porque la movía el Espíritu del Señor. De El recibía su inspiración y el fuego de su corazón. Su heroísmo se contagió a todos aquel día. Aún hoy Dios elige a alguna mujer e implanta en ella del temor de su nombre. La nombra «madre de Israel». De ella irradia inspiración y despierta a los que duermen, para que la luz de Cristo los ilumine.

Preguntas sugeridas para estudio y discusión:

1. ¿Podemos suponer, por el hecho que no se menciona el pecado en esta narración, que Débora no los tenía?

2. ¿Qué rasgo admiramos más en Débora?

3. ¿Usaría hoy Dios a Débora como juez de Israel, con lo cual se implica Ia cuestión de si una mujer debería predicar