sábado, 25 de agosto de 2007

¿QUÉ HAGO CON ESA SOLTERA?

MUJER:

¿QUÉ HAGO CON ESA SOLTERA?

por Ana R. Somoza

¿Por qué será que puede haber dos mujeres con la misma edad, ambas son solteras, una parece muy satisfecha y la otra no…? La autora ofrece algunas pautas que pueden ayudar a las líderes a relacionarse positivamente con las mujeres solteras.

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Huy! ¡No sé cómo tratar a esa soltera! El otro día le dije: ‘A ver si aprovechás el próximo campamento y te enganchás con algún muchacho' y se enojó. Un día encontré un buen candidato para ella, los presenté… pero ¡no pasó nada! ¿No sé que hacer! Me gustaría presentarle algún otro candidato, pero… no encuentro ninguno. Es una lástima, una buena chica, pero parece muy triste. Sin embargo su amiga es distinta: tienen la misma edad, son solteras las dos, una parece muy satisfecha y la otra no… ¿Por qué será?"

Seguramente, si usted es un poco observadora, habrá notado la gran cantidad de mujeres solteras que hay en las iglesias y aun en toda la comunidad. Es posible que le resulte difícil relacionarse con algunas de ellas. Tal vez en alguna ocasión las ha lastimado sin quererlo. No se sienta mal si le sucedió esto, a todos nos resulta difícil comprender a las personas cuando están en situaciones diferentes de las nuestras. Además, cada persona reacciona de distinto modo frente a situaciones similares y puede ser que usted no comprenda por qué no tiene dificultades para relacionarse con una mujer soltera y sí las tiene en su trato con otra. A veces esto se debe a que una se siente feliz y satisfecha como soltera y la otra no.

Otras veces el problema se encuentra en la persona casada, la que sin darse cuenta proyecta sus propias frustraciones o su miedo a la soledad. Es por eso que trataré de darle algunas pautas que la pueden ayudar a relacionarse positivamente con las mujeres solteras.

Hagamos un poco de historia

¡Nació una nena! ¡Qué alegría en el hogar! Es hermosa, tierna, suave. Todos la cuidan y la llenan de cariño. Y la nena empieza a crecer. Juega con las muñecas, se disfraza con la ropa de mamá y juega "a la mamá". Sigue creciendo. Ayuda a la mamá a poner los cubiertos y platos en la mesa, a cocinar, a cuidar a su hermanito. A medida que continúa creciendo aprende muchas otras cosas que tienen que ver con su rol de mujer, de esta forma va internalizando actitudes, habilidades, conductas que hacen a su femineidad. Y la nena sigue creciendo… Ya tiene 20 años, 21, 22,… ¡Y todavía no tiene novio! Todos empiezan a preocuparse: los padres, los tíos, los hermanos mayores, el pastor, la esposa del pastor y, por supuesto, ¡la nena!

Es fácil de comprender esta preocupación. No es bueno que el hombre (o la mujer) estén solos. El matrimonio es el estado natural que Dios mismo instituyó para el hombre y la mujer, es el plan general de Dios para la mayoría de las personas. Pero… ¿qué pasa cuando esto no se realiza en la vida de una persona? ¿Es el único propósito y fin para la vida de una mujer? Es aquí donde surgen los grandes problemas, tensiones y frustraciones para una mujer soltera. Si el matrimonio es la única opción válida para su vida y no se casa, entonces ha fracasado como mujer. Entonces empieza a sentirse culpable, amargada, resentida contra Dios y contra todos los hombres que pasaron al lado suyo y no la eligieron. Tal vez envidia a las mujeres que sí se casaron y no soporta escucharlas hablar de sus hijos. Cae en la autocompasión, en la depresión e interiormente se propone casarse, cueste lo que cueste, lo que muchas veces significa traicionar sus propios valores o principios. ¿Por qué? Porque ha idealizado el matrimonio y cree que en él encontrará la solución mágica a todos sus problemas personales. Supongo que ustedes, como mujeres casadas, sabrán que esto no es así, y que si una mujer no es capaz de sentirse realizada, feliz y satisfecha en Dios como soltera, tampoco sabrá ser feliz como casada, pues estará exigiendo de su esposo cosas que ningún ser humano puede brindar. Pero a ella le resulta muy difícil comprenderlo pues nunca se ha casado.

Ella no es la única responsable de lo que siente o piensa. Ella ha aceptado los valores de la sociedad y sufre por las presiones que esa sociedad le impone. Tanto ésta como la iglesia están formadas por familias, mal o bien constituidas, pero familias al fin. A una persona soltera, muchas veces le resulta difícil hallar un lugar aceptable y digno.

Hablemos de la iglesia. ¿Qué pasa cuando una mujer soltera tiene 30 ó 40 años? ¿Dónde la ubicamos? Con los jóvenes no va, pues son muy chicos para su edad; con las mujeres casadas de su edad tiene muy pocas cosas en común, generalmente sólo hablan de sus niños. ¿Qué opción le queda? ¡Ser maestra de escuela dominical! No es que estoy en contra de esto, pero: ¿Qué pasa si no tiene el don de enseñar? ¿O si le gustan los niños o le resulta difícil tratar con los adolescentes? A algunas mujeres esto les causa bastantes problemas, problemas que seguramente podrían evitarse: la iglesia debe ser una comunidad en la que todos los miembros, solteros o casados, grandes o jóvenes, hombres o mujeres, se sientan aceptados y puedan encontrar su lugar. Debe ser una comunidad en la que cada miembro pueda dar y recibir amor, ejercer sus dones, crecer y ayudar a crecer espiritualmente por la interacción mutua (Ef. 4.11-16).

Otra cosa que también afecta a muchas mujeres solteras son las bromas y comentarios que muchas veces tienen que escuchar: "Pobrecita, ¿no tenés novio?"; "Vos no te casaste porque sos muy pretensiosa"; "Yo no sé que miran los muchachos": "Estoy esperando a quedarme viudo para casarme con vos"; "¿Tenés 25 años y no te casaste? No, vos ya no…" La mayoría de las personas que hacen estas bromas no las hacen con la intención de herir, pero el hecho es que muchas veces hieren. Muchas mujeres solteras al escucharlas se sienten presionadas, autocompadecidas o no aceptadas como personas realizadas.

Esa no es la única historia posible

La historia que acaba de leer no es la única posible: una mujer soltera no tiene por qué ser una persona frustrada, amargada o deprimida. Una mujer soltera puede sentirse totalmente satisfecha y feliz. Si usted conoce a una mujer soltera que no esté experimentando esto, puede ayudarla a comprenderlo y vivirlo. ¿Cómo?

1) Ayúdela a comprender y aceptar que puede realizarse plenamente aunque nunca se case:

Si bien el matrimonio es el plan general de Dios para la mayoría de las personas, el plan especial para algunas puede no serlo. Toda mujer soltera, para ser feliz, debe poder aceptar que el propósito del Señor para ella puede ser que no se case, ya sea por un tiempo determinado o por toda la vida. Su felicidad no puede depender de su estado civil sino de aceptar y disfrutar del plan de Dios para su vida. Para ello es importante que crea sinceramente que Dios la ama y que El está deseando lo mejor para ella, que puede suplir todas sus necesidades y ayudarla a vivir una vida plena (Ro. 8.28-29). La mujer soltera se realiza plenamente cuando cumple su vocación en el mundo como ser humano. Para algunas esto se da dentro del matrimonio. Para otras no, ya sea por decisión propia o por diferentes circunstancias. Pero, sea casada o soltera, cualquier mujer puede llegar a ser una persona completamente realizada y satisfecha si acepta el propósito de Dios para su vida.

2) Ayúdela a encontrar su seguridad y fortaleza en el Señor:

Anímela a desarrollar una relación profunda con el Señor, a estudiar su Palabra, a disfrutar de su presencia en oración, a servirle con integridad, a confiar su vida plenamente a El, desechando cualquier temor por el futuro. Una de las cosas que más preocupa a muchas mujeres solteras es el futuro. ¿Qué será de ellas en el futuro? Ayúdelas a comprender que el Señor nos da gracia para vivir el presente, el futuro está en sus manos. Así como El es suficiente en el presente, lo será en el futuro, es por eso que se puede confiar en El sin titubear, y aun para muchas el futuro puede incluir el matrimonio. Ayúdela a ver que ¡vale la pena confiar en un Dios que es inmutable, amoroso, todopoderoso, eterno! (Sal. 34; 37.3-5; Lmt. 3.22-26; Ha. 3.17-19).

La mujer soltera es una persona como todas. Si bien vive una circunstancia distinta de la suya, pues usted se ha casado y ella no, es una persona que tiene básicamente las mismas necesidades que cualquier mujer. Trátela en forma espontánea y natural, aceptando el hecho de que es soltera como algo bastante normal, si se tiene en cuenta que hay más mujeres que hombres en el mundo y que esto se da en una proporción muy grande en la iglesia evangélica latinoamericana.

Si usted le tiene lástima, está evidenciando que no comprende que se puede ser feliz sin estar casada, y por lo tanto no la va a ayudar, sino que la va a empujar a que ella se autocompadezca, angustie, rebele o frustre por ser soltera.

Anímela y acéptela como es, con sus defectos y virtudes, con sus temores y ansiedades, con sus proyectos y aspiraciones. Comprenda que hay momentos en los que puede sentirse sola y ansía un compañero. Ayúdela a ver que es natural que esto suceda, que este deseo es una evidencia de que es una mujer normal y que le dé gracias a Dios por eso. Pero es importante que este deseo no se convierta en una obsesión alrededor de la cual gire toda su vida. Ayúdela a llevar este deseo al Señor en oración y encontrar en El la paz y satisfacción que necesita (Fil 4.4-8).

Comparta con ella algunos de los problemas o frustraciones que tiene como mujer casada, de este modo la ayudará a no idealizar el matrimonio y creer que éste es el remedio universal para todos los males.

Es muy importante para una mujer soltera ser amiga de distintos tipos de personas: hombres y mujeres, solteros, casados, jóvenes, adultos. Esto enriquecerá su vida al tiempo que brinda y recibe amor, y que escucha opiniones y puntos de vista variados.

Algunas mujeres están tan adentradas en las desventajas o problemas que tienen que resolver por ser solteras, como la soledad, tener que enfrentar solas la vida, no poder tener hijos, etc., que no son capaces de disfrutar de las ventajas que esta situación tiene. Por este motivo aumentan más sus problemas y no son capaces de aceptar y gozar la vida. Por eso es fundamental que la ayude a comprender y sacar el mejor partido de su situación, por ejemplo:

  • Puede servir al Señor con mucha libertad al no tener la preocupación de atender a su esposo o hijos (1 Co. 7).
  • Puede desarrollar sus dones y talentos con mayor facilidad que si está casada.
  • Tiene mayor libertad para disponer de su tiempo, su vida, sus amistades, su dinero, etc.

Y ahora un poco de humor, para que vea que las solteras también lo tenemos: espero que después de leer este artículo no lamente haberse casado, sino disfrute de las ventajas de ser casada. Lo importante para toda persona, hombre o mujer, soltera o casada, es aceptar y disfrutar del plan del Señor para su vida. Sentirse realizada a pesar de los muchos deseos no realizados.

Apuntes Pastorales, Volumen VII – número 5 © Desarrollo Cristiano Int., Usado con Permiso.

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